La Traviata en el Obelisco de Buenos Aires
Urlezaga llevó la magia del ballet al Obelisco para porteños y turistas
28/11/10 El gran bailarín hizo La Traviata, de Verdi, ante más de 10.000 espectadores.
Las nubes amenzaban con aguar la fiesta pero el público no se dejó intimidar. Más de 10.000 porteños y turistas se acercaron al escenario montado junto al Obelisco para disfrutar gratis de La Traviata, de Giuseppe Verdi, en una puesta adaptada e interpretada por el gran Iñaki Urlezaga. Lo acompañaron su compañía Ballet Concierto, que dirige Lilian Giovine (tía del bailarín); y la Orquesta Filarmónica del Teatro Colón, bajo la batuta de Luis Gorelik.
Las 8.000 butacas dispuestas por el Ministerio de Cultura porteño, a cargo de la organización, ya estaban completas para las 19, cuando estaba anunciado el comienzo del show, que finalmente arrancó 40 minutos más tarde. Atrás más de media cuadra sobre toda la 9 de Julio estaba colmada, con vecinos con reposeras, mascotas y hasta una merienda. Todo se podía seguir por tres pantallas gigantes junto al escenario.
También se vieron muchos turistas, como la francesa Sophie Margaux que salía del subte con una valija y tras preguntar: “Sabes qué va a ocurrir aquí?”, decidió quedarse. Otros, de EE.UU, Brasil o Europa, aprovechaban la 9 de Julio vacía para sacarse fotos.
Primer acto. Sube el telón. El cuadro 1 arranca con la fiesta en la mansión parisina de la cortesana Violeta Valery. Iñaki entra en escena y desata la primer gran ovación, que se repetirá varias veces. La Traviata es una de las óperas más famosas del compositor italiano, y su argumento está inspirado en la novela La dama de las camelias, de Alejandro Dumas. La adaptación de Urlezaga tuvo una primera función hace un año en Salta, para desembarcar en Buenos Aires y luego en Madrid, donde estuvo en cartel 30 días consecutivos. En un reportaje concedido a Clarín , el bailarín platense confesó que tardó “cinco años en animarme a hacerla y tres en realizarla”.
Su propuesta reproduce la historia en forma continua, como si fuera una película. Y ahí están los enamorados Violeta y Alfredo en la gran fiesta, el baile, la seducción, el romance entre dos jóvenes de diferentes grupos sociales. Las cuerdas marcan la base, los vientos el vuelo y Eliana Figueroa vuela entre los brazos de Urlezaga. Ahora la orquesta sube la intensidad, y en el aire vibra la pasión, el drama, la relación que no puede ser.
Mario Vargas, de Almagro, llegó con su hijo de 12 y su nena de 8. “Vinimos el lunes a ver Carmina Burana y se engancharon mucho. Quisimos repetir”, contó. Cerca, Roberto Aguirre, se declaró fanático. “Vine a verlo a Barenboim, a Mehta, y también estuve el lunes. Hoy con el buen clima se pudo disfrutar más todavía”, contó.
La idea de hacer esta adaptación surgió cuando Urlezaga estaba de gira por Holanda. “Escuché la obertura, que se hace con el telón cerrado, y pensé en cómo nadie había hecho danza con esta música”, contó el bailarín a Clarín .
“La excelencia artística y cultural nos permitió una fiesta popular a los porteños y a los que nos visitan”, dijo el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi.
Segundo acto, otra vez la fiesta, aparecen en escena toreros y gitanas. Los 50 bailarines van y vienen. Se repiten las ovaciones. Llega el segundo cuadro y corre un escalofrío cuando aparece la propia muerte. Como en la vida, como en los sueños, que por una noche se convirtieron en realidad al lado del mismísimo Obelisco.